George Washington, el presidente sin dientes
La historia de los dientes de George Washington ha hecho correr ríos de tinta. El primer presidente de los Estados Unidos, tuvo que aprender a vivir sin dientes.
A pesar de estar presente en el campo de batalla dirigiendo a su propio ejército, George Washington tuvo que afrontar su propia batalla frente a su salud oral. Algo que le marcó de por vida e incluso llegó a obsesionarse.
Washington pasó más de la mitad de su vida utilizando una dentadura postiza al haber perdido todas sus piezas dentales.
No obstante, el que fuera el primer presidente de los Estados Unidos sufrió bastantes enfermedades y problemas de salud: malaria, neumonía, un gran absceso dental e incluso el propio frío provocaría una faringitis que le conduciría hacia la muerte.
George Washington y el origen de sus problemas con los dientes
George Washington nació en Virginia en 1732 y fue comandante jefe del ejército continental revolucionario durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Por aquel entonces, el estado de Virginia era una zona pantanosa y durante su juventud contraería paludismo, también conocido como malaria.
A partir de entonces, los problemas en la salud de su boca aumentaría. La malaria sería una enfermedad recurrente durante toda su vida. Por aquel entonces, uno de los tratamientos más frecuente para la malaria, contenía altas dosis de mercurio.
Todo ello, sumado a la falta de concienciación por aquel entonces en el cuidado de la boca y la dieta rica en hidratos solubles, hacía que la caries fuera una enfermedad presente en la gran mayoría de las bocas.
Recién cumplidos 22 años, Washington comenzaría su calvario con la salud de sus dientes acudiendo por primera vez a un dentista para la extracción de su primer diente.
Rápidamente Washington se dio cuenta de la importancia de cuidar el estado de su boca y sus dientes. Los dolores de encías y dientes. Estos problemas le obligarían varias veces a retirarse de dirigir a su ejército del campo de batalla.
Tanto se agravarán los problemas que terminaría perdiendo rápidamente todos sus dientes. E incluso llegó a tener un absceso dental en la parte inferior izquierda, el cual necesitó de una intervención quirúrgica que le dejaría una cicatriz de por vida.
George Washington y su obsesión por los dientes
Tanto le preocupaba a Washington la salud de su boca, que contrataría a un dentista francés durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos para darle tratamiento a él y a sus oficiales.
Washington intentaría encontrar todo tipo de productos que le pudieran ayudar a mejorar el estado de salud de su boca. Se sabe que invertiría mucho dinero en la compra de cepillos de dientes, pastas de dientes, raspadores del sarro e incluso en calmantes para paliar los dolores provocados por su boca.
Rápidamente perdería todos sus dientes y necesitaría utilizar una dentadura postiza para poder reemplazar sus dientes. La famosa dentadura postiza le acompañaría a G. Washington y sería ya un rasgo significativo en el rostro del presidenta cada vez que fuera inmortalizado en un cuadro.
George Washington y la leyenda de su dentadura postiza
Aunque la pérdida de las piezas dentales en el s XVIII era algo de lo más normal, no existía una tecnología bastante avanzada en el mundo de las prótesis dentales.
Las dentaduras postizas solamente estaban al alcance de unos pocos con dinero. Normalmente los dentistas tenían que fabricar artesanalmente una dentadura postiza a la medida de la boca del paciente.
En 1789, al hacer toma de la presidencia de Estados Unidos, a G. Washington solo le quedaba un diente en la boca. Este último diente sería extraído en 1796 por el Dr. John Greenwood. El presidente de los Estados Unidos regalaría el diente a su dentista como recuerdo. Greenwood lo insertaría en un vidrio y lo luciría junto a su reloj.
Al contrario de lo que se cree, G. Washington no tenía una dentadura postiza de dientes fabricados con madera. La dentadura postiza se conserva en la Casa Museo de Mount Vernon. Y lo que se puede observar son las manchas en las piezas dentales por su uso.
La dentadura de Washington estaba diseñada sobre una estructura metálica con dos resortes de muelle que ejercían presión para mantener su posición. El tamaño de la misma, modificaría su mandíbula y sonrisa creando un gesto en su cara inconfundible.
En cuanto a las piezas dentales se utilizaban piezas talladas de marfil. Concretamente la dentadura de George contenía dientes tallados con marfil de hipopótamo.
Una práctica muy común en la época era elaborar las dentaduras postizas con dientes de otras personas. Se cree que eran extraídas de personas muertas. No obstante, se sabe que George Washington pagó 122 chelines por 9 dientes de “negros” que provenían de una granja de esclavos, aunque no queda muy clara la procedencia (y si pertenecían a esclavos muertos o vivos).
Sin embargo, Washington siguió concienciado con el cuidado de su boca a pesar de tener dentadura postiza. Es más, llegó a tener 5 juegos de dentaduras postizas debido al mantenimiento que necesitaban las prótesis dentales.
Algo curioso, es que su mujer Martha Washington tuvo que llevar dentadura postiza también durante su mandato presidencial. Se cree que parte de la timidez, el no sonreír y hablar los justo venía del complejo y problemas que George Washington tenía en su boca.